“La prevención es la mejor de todas las medicinas”
Un seguimiento de la evolución de la pisada de los niños es de lo más importante que deberían hacer los padres con sus hijos, porque detectar una patología a tiempo puede marcar la diferencia entre aplicar un tratamiento para solucionar de raíz ese problema o no.
Si se realiza el diagnóstico y tratamiento adecuado de forma precoz, la mayor parte de problemas en los pies y la marcha pueden solucionarse mediante tratamientos sencillos como ejercicios adaptados, plantillas personalizadas o férulas, entre otros.
Aunque no se detecte ninguna anomalía en la marcha del niño es importante realizar un estudio biomecánico de la pisada. Los pies de los niños están en constante evolución y son muy elásticos; y quizá en un primer momento no refieren ningún dolor, pero es mejor asegurarnos de la adecuada marcha del niño y realizar revisiones periódicas.
¿Cuál es la edad indicada para la primera visita al podólogo infantil?
La edad óptima, si no existen señales de alarma previos, es a los 4 años de edad y si todo esta correcto deberíamos hacer otra revisión antes de los 7 años. Es recomendable, para evitar posibles patologías en edad adulta, acudir a consulta si sospechan que su hijo tiene los siguientes signos o síntomas, independientemente de la edad:
- No camina bien.
- Se cae con facilidad.
- Suele ser torpe al andar o en deportes de carrera
- Anda de puntillas
- Tiene sintomatología dolorosa
- Tiene desgastes asimétricos en el calzado.…
¿Cuáles son las patologías más frecuentes que solemos ver en edad infantil?
Término genérico que hace referencia a la disminución de arco interno del pie, dándole aspecto de aplanado o incluso de contactar con el suelo. El pie plano en niños suele además acompañarse de un retropié valgo (talón cae hacia adentro), y desgasta el calzado por la parte interna, siendo este uno de los signos que más alertan a los padres. El pie plano se considera fisiológico en algunas etapas iniciales del desarrollo, aunque si es severo, si presenta sintomatología o si no desaparece a medida que el niño va evolucionando, es necesario revisar periódicamente e instaurar un tratamiento que controle esa sintomatología o evolución.
Los tipos de pie plano pueden ser muy variados, aunque a la hora de poner un tratamiento, el abordaje será bastante similar. La deformidad en sí misma no desaparece salvo la propia evolución del crecimiento, pero el tratamiento ayuda a compensar el trabajo que realiza ese pie, haciéndole que trabaje de una forma más correcta y disminuyendo la sintomatología.
El tratamiento conservador consiste en realizar unas plantillas (soportes plantares) que coloquen el talón en una posición correcta, además de acompañarlo con estiramientos y ejercicios musculares que fortalezcan la musculatura para que ayuden a mantener el arco del pie. Es importante también asociar la calzadoterapia, buscando zapatos que tengan contrafuerte y ayuden a controlar los movimientos bruscos del pie. Siguiendo este algoritmo, y siguiendo de cerca el crecimiento de este pie, el pronóstico suele ser bastante bueno, aunque en un porcentaje muy bajo y en los casos más severos, puede ser necesaria la corrección quirúrgica de la deformidad
Es una deformidad frecuente, que consiste en la desviación hacia dentro del pie a la hora de realizar la marcha. El pie, visualmente en parado, puede aparentar completa normalidad, pero en estadios más avanzados, puede tener forma de judía o habichuela (con el borde externo convexo y el borde interno cóncavo), y puede dar algunos problemas al calzarse, ya que presentará excesiva presión en esa zona, pudiendo aparecer zonas de sobrecarga y desgaste del calzado.
En esta deformidad intervienen factores genéticos, mecánicos y posturales, tanto intrauterinos del bebé durante el embarazo, como con las posiciones que adopta el niño durante el sueño o el juego (dormir boca abajo, favorece esta desviación).
El antepié adductus es una causa muy común que favorece la marcha en adducción, aunque no es la única causa estructural. Otras causas estructurales pueden derivarse de una torsión anómala en niveles superiores de la pierna o de la cadera, que dan como resultado este mismo tipo de marcha hacia dentro. Es por ello, que es de vital importancia un buen estudio del miembro inferior, para detectar la causa o las causas estructurales que favorecen este tipo de pisada.
En cuanto a la evolución, sí es flexible, a veces se corrige de manera espontánea en cuanto cambian los hábitos posturales, pero si no es así, o la deformidad es muy evidente, habrá que instaurar un tratamiento compuesto por varios enfoques terapeúticos, como por ejemplo ejercicios de estiramiento, manipulaciones de esa zona para conseguir reequilibrar la musculatura implicada y soportes plantares (plantillas).
Una de las preocupaciones más habituales de los padres es la alineación que presentan las piernas de su hijo vistas desde frente. El genu valgo, o lo que comúnmente se conoce como rodillas en X, consiste en una alteración del ángulo que forman las piernas vistas desde frente, en la que las rodillas se juntan y los tobillos se separan.
Todos los niños, pasan una fase de genu valgo fisiológico (totalmente normal) a partir de los 2 años, y entre los 3 y los 5 de manera acentuada, y hasta los 7 años, que es cuando se adquiere la alineación normal.
El genu valgo se dará generalmente de forma bilateral, aunque es posible que aparezca de manera unilateral, debiendo prestar especial atención y seguimiento a estos casos.
Es común que se asocie con un pie plano y la sintomatología son tropiezos, caídas, dolor de rodillas, fatiga…
El genu varo, rodillas de vaquero o piernas en paréntesis, es una alteración del ángulo que forman las piernas vistas desde frente, en el que se aumenta la distancia entre las rodillas y se disminuye la distancia entre los tobillos.
Es una alteración igual al genu valgo, pero de signo contrario, es decir, las fuerzas van hacia fuera en lugar de hacia dentro como ocurría en el valgo. Todos los niños presentan una etapa de varo fisiológica desde el nacimiento hasta los 2 años, y pueden presentar otra, menos acentuada, a los 7 u 8 años, y que será más frecuente en niñas. Fuera de estos periodos de edad, el genu varo no debería estar presente.
Para detectarlo, además de la apariencia física que tan evidente puede ser, hay que realizar una exploración física del niño y valorar la alineación de la pierna. Puede considerarse normal una separación entre las rodillas de hasta 6 centímetros, más de ahí ya comenzaría a ser patológico. Suele ser bilateral y puede presentar sintomatología, como por ejemplo, dolores en la zona externa de las rodillas, en la musculatura de la pierna, tropiezos frecuentes, roces entre los tobillos…En el momento en que aparezca la sintomatología, hay que instaurar un tratamiento.